La carita alegre...

Esta tarde voy a contaros un cuento, sí, un cuento, me gustan muchísimo, se titula La princesa y el guisante.

"Erase una vez un príncipe que quería casarse con una princesa, pero tenía que ser con una princesa de verdad. Recorrió el mundo entero y aunque encontró muchas princesas nunca acababan de gustarle. El príncipe regresó desconsolado a su país, por no haber encontrado ninguna princesa verdadera.

Una noche se desencadenó una terrible tempestad: relámpagos, truenos y una lluvia torrencial. ¡Era espantoso! De repente alguien llamó a la puerta de palacio y el anciano rey fue a abrir. Era una princesa quien aguardaba ante la puerta. Pero, ¡Dios mío! ¡Qué aspecto ofrecía con la lluvia! El agua chorreaba por sus cabellos y caía sobre sus ropas. Y sin embargo, pretendía ser una princesa verdadera.

¡Bien, ya lo veremos! pensó la vieja reina y sin decir palabra se dirigió a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y colocó un guisante en su fondo, puso después veinte colchones sobre él y añadió otros veinte edredones de plumas de ánade. Allí dormiría la princesa aquella noche...

A la mañana siguiente, le preguntaron qué tal había dormido y contestó ¡Oh, terriblemente mal! Casi no he pegado ojo en toda la noche, he dormido sobre algo tan duro que tengo el cuerpo lleno de cardenales. ¡Ha sido horrible! Así se pudo comprobar que era una princesa de verdad pues a pesar de los veinte colchones y los veinte edredones había sentido la molestia de un guisante. Sólo una verdadera princesa podía tener la piel tan delicada. Y se casaron y fueron felices...y comieron perdices....

Como véis esta si es una historia verdadera!!!!!!

Era un día lluvioso...las amigas llevaban mucho tiempo sin verse...se habían echado de menos...

Quedaron para verse, la carita alegre tenía una sopresa para mí pero lo que no sabía es que yo también tenía una sorpresa para ella. Nos saludamos y la carita alegre me entregó su regalo, al abrirlo ví que era una pulsera pero no era una pulsera cualquiera, noooo, era la pulsera de la amistad...esa que uno no podía comprarse, la condición era que tenía que regalártela tu amiga...mi amiga...

Entonces llegó el momento en que yo le entregué su regalo...era algo tan delicado...tan elegante tan bello como la princesa del cuento...unas orquídeas... la flor preferida de mi carita alegre. 


En ese momento sentí que la Magia que había entre nosotras no había desaparecido, sentí que la complicidad y el gran cariño que nos teníamos...vivía en nosotras y como en el cuento supe que había encontrado una amiga verdadera...


Mi carita alegre me regaló una frase, la siguiente: "La felicidad es un perfume que no se puede rociar sin salpicar a los demás". Esta frase me ha acompañado todo este tiempo de hecho al hacer este nuevo Blog lo tenía clarísimo...debía ocupar el lugar más importante, al principio.